Serendip es uno de los antiguos nombres de la isla de Ceilán (también Sri Lanka) y aparece así en un cuento del italiano Cristoforo Armeno (que algunos pretenden se tradujo del persa) titulado, precisamente, Peregrinaggio di tre giovani figliuoli del re di Serendippo.
Los tres príncipes del relato viven varias aventuras durante un viaje, saliendo con bien de ellas gracias a una singular combinación de azar y sagacidad. Hay varias versiones de esta historia y, como no, un cuento talmúdico similar...
El caso es que la historieta de Armeno no hubiese dado origen a nuestra palabreja de hoy sino fuese por otro literato, inglés esta vez, del siglo XVIII llamado Horace Walpole quien lo recuerda en una carta escrita el día 28 de enero de 1754 a media mañana ... ¿de cuántas palabras se puede ser tan preciso sobre su origen.
La carta en cuestión fue enviada a Horace Mann (no, no es el mismo en que piensan, este es norteamericano, aquel británico) para comentarle algunos detalles sobre cierto cuadro que le enviaba.
La pintura conmemoraba el casamiento de Francisco de Médici con Blanca Capello y carecía de marco, Horacio, que no tenía nada mejor que hacer, quería colocarle uno que contuviese el escudo de armas de los Capiello, pero no podía hallar ninguna imagen de ese emblema (y google, supongo, estaba caído) por lo cual decidió buscar los símbolos heráldicos de los Médici... Busca, buscando en un libro; Walpole da con... ¡la panoplia de los Capello!.
Semejante trivialidad, que a muchos nos ha pasado, le da ocasión de acuñar un nuevo término. Dice que tal hallazgo ha sido un caso de lo que llama serendipia (serendipity) una "palabra muy expresiva" que remite a un cuento que leyó cuando niño. Cuento que no es otro sino el de Armeno.
Así se acuñó una palabra que, andando el tiempo, tomó carta de ciudadanía en la lengua inglesa y en otras muchas, no en la nuestra porque ya se sabe que la RAE no está para innovar, sino para conservar.
Se define a la serendipia como: un descubrimiento hecho de manera accidental,es decir; por casualidad, como la llaman los hombres diría Gandalf, pero también por un pensamiento particularmente entrenado para percibir. Este úlitmo matiz suele olvidarse por quienes pretenden que la sola imaginación puede ser una guía para explorar el Universo.
Bien, la serendipia, ejemplos de la cual pueden hallarse por cientos en la historia de la ciencia, es también un buen modo de pararse frente a la realidad. Dejar que los pensamientos fluyan para descubrir, al azar de los esquemas, un fragmento del revés de la trama que constituye el tapiz del Ser.
1 comentario:
ni siquiera lo puedo pronunciar!
muy muy muy interesante!
un abrazo
lidia
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